Es ya
rotura de alma y remiendo necio,
Con la
mirada lejos
en el
gas de los cuartos minúsculos
y en el
grito atrapado en el estómago.
Ya no
es dolor, es peor.
Es el
hueco de la pared cincelado
a
imagen y semejanza de mi cuerpo.
Cuerpo
hecho de bultos, blanco...
Cadera
y pelo, absurdo.
Es la
tarde vestida de espejo
delatando
mis arrugas
y mi vajilla de a uno;
un
plato,
un
tenedor,
un vaso,
un
jabón reseco…
Es la
bofetada dibujada del amado.
Es una cuna
devorada por los agostos.
Es mi
cabeza escondida ante la reina de pelo largo.
Es lo
que queda de un respirar sereno;
mi
pequeño rubio,
helado para
beber
y un
beso.