Bailar
sobre los lagos, sobre las sillas apiladas rozando el cielo…
Saltar de puntillas y alcanzar el techo de los
atardeceres …
Volar
sobre los vuelos de las respiraciones frente al mar…
En los
salones de los corazones inquietos se despliegan las alas…
Es
otra, la lluvia que humedece mis pasos…
Cambié
de nombre los rincones y los espacios… las calles y las ciudades.
En un
hueco de la noche encontré el pequeño sendero de los pies descalzos…
Y el
camino ya no es asfalto…
Se
susurran palabras y se gritan caricias…
Se
besan versos al compás de murmullos desconocidos y nuevos…
Las
horas se pronuncian calladas mientras se preparan caprichos…
Los
días se acurrucan entre las sabanas que anudé a los bancos del parque.
Las madrugadas
se extienden eternas contando anhelos.
El
tiempo es solo un instante cuando el nombre es suspirado…