Del verano
libre que se quedó en un cielo a medio hacer se esconde mi despertar soñado.
Avergonzado
del sol que todavía amanece en mi mirada, mata sus ansias envuelto en toallas
nuevas; pobres ignorantes que aún esperan.
Repite
el credo, me lo repito…. pero ya no creo, aturdida por el ruido sordo de los
taladros abriéndose paso por las paredes de mi corazón sin techo.
¿Qué
haces? –me grita- con la mitad de tu cuerpo asomando por la ventana de los
suelos; si ya no hay vuelo, ni salto ni cielo.
Devuélveme
el reflejo de lo que nunca pensé en pasado.
Duérmete
a mi lado.
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