Me pides que apague la luz, susurras que ya es tarde, que ya
es hora de descansar…
Llevo meses despierta y aun puedo esperar...
Quiero volver a tentar al horizonte y pegar mis manos al
cristal.
No te esfuerces, tú no me puedes curar.
Tengo mil prendas marcadas y el resto son de usar y tirar…
Fui yo quien trenzó los alambres, soy yo la que guardo el
puñal.
Me miras y me odio en tu mirar.
No me deberías mirar; sigo haciendo equilibrios a grandes
alturas y tentada a dejar de respirar.
Eres dulce y osado pero tus caricias son dedos meñiques
perdidos entre caminos ya cortados.
No me regales tus letras de cuartilla a medio hacer; hace
tiempo que olvidé leer de tanto creer.
Me pides que abra las maletas, que te muestre mi equipaje.
No llevo equipaje; solo un mar antiguo que guardé para perderme, un lápiz y unos
pocos acordes huérfanos que quedaron en el aire.
Te rindes.
Al fin y al cabo, como una vez me dijeron, sólo
soy una triste artista insomne.
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